"Que la atribución de marginalidad de las favelas no tiene sentido, pues además de crecer junto con la ciudad, representan un gran dinamismo económico, reunen una población que integra el sistema político..." "...representan un segmento muy importante del mercado habitacional popular, mercado que tiene sus propias reglas, diferentes al mercado regular y constituído al margen del poder público."
Hace unos anhos atrás, recorriendo Sudamérica por la carretera panamericana, serpiente que se extiende paralela al mayor monumento de nuestro continente (lo omnipresente cordillera de los andes) llegué a la ciudad de Lima, entrando por el populoso acceso norte de la capital de Perú. Como latinoamericano, acostumbrado a presenciar el gran contraste de pobreza y riqueza en nuestras ciudades, no dejó de sorprenderme aún así, el precario asentamiento humano que se extendía a ambos lados del camino. Cientos de moradas hechas de esteras, cartón y plástico se distribuían ordenadamente, mientras que sus habitantes pululaban ya sea acarreando agua o simplemente haciendo vida social. Esa imagen de pobreza extrema vivida por muchísimas personas me escandalizó y me pregunté de las condiciones de esa sociedad que permitía que parte de su población llegara hasta ese nivel.
Pues bien, el anho pasado volví a Lima, esta vez como parte del equipo de IMR, y lo que ví en esta oportunidad cambió mi opinión hasta entonces sostenida por las imagenes relatadas anteriormente. Sin saberlo, había sido testigo de la primera etapa de un proceso de organización popular que buscaba, a través de la toma de terrenos, soluciones habitacionales (sabiendo además que en el mediano plazo contarían con el apoyo de las autoridades políticas y gubernamentales). Ahora, en este nuevo viaje podía apreciar la evolución de un proceso que se había estado repitiendo durante décadas.
Una táctica que permitiría a miles de familias un título de propiedad, una casa y una vida digna; y al estado, dar solución a una problemática habitacional mal administrada y solo resuelta a través de políticas populistas que otorgaba dos cosas: viviendas y votos.
El proceso es más o menos así: familias que se organizan y realizan una toma, resistiendo al principio los embates e intentos de desalojo por parte de la policía (que tiene que hacer cumplir la ley) hasta que la presión de los medios que muestran el abuso hacia los pobres (mujeres golpeadas, ninhos afectados por lacrimógenas y alguna desgracias personal) obliga al municipio, gobernación y legisladores a entrar en escena, en la búsqueda de soluciones consensuadas. Esto significa expropiación-compra de los terrenos invadidos en favor de la comunidad, eso sí, bajo ciertas condiciones. Ahí comienza la evolución propiamente tal.
Se demarcan y asignan los terrenos (surge también la especulación, el tráfico de tierras, la venta obscena de los metros cuadrados, etc.). Una vez trazadas las propiedades, calles y veredas, comienza la construcción (precaria al inicio). El acuerdo con el gobierno es el siguiente: si quieren calles y aceras pavimentadas deben primero construir la red domiciliaria para que luego entren en escena las empresas de servicios de agua potable/alcantarillado y electricidad. El barrio esta listo, comienza la autoconstrucción: de la choza de estera se pasa a la mediagua de tablas y piso de tierra, luego vendrá el ladrillo y el hormigón. Uno, dos y hasta 6 pisos, dependiendo generalmente del número de hijos que tenga la familia o del uso que se le quiera dar. Si el barrio crece en torno a algún mercado, la mayoría de las casas habilitarán la planta baja como negocio, si no, surgirá el boliche de la esquina y la botillería a media calle.
Casas de madera, calles de tierra y camiones cisternas repartiendo agua potable daran paso a barrios residenciales urbanizados, con jardines, casas hermosamente acabadas, servicios de recolección de basura y barrido de calles. Al mismo tiempo, la economía de la zona se activa: los comerciantes (otrora informales) se agrupan en organizaciones, el transporte público extiende sus rutas, las cadenas de farmacias, multitiendas, bancos y empresas de servicios abren nuevas sucursales y finalmente la senhora Janet sale en las manhanas a hacer compras para el almuerzo y la comida del día.
Como es entonces en una favela? como evoluciona, como se desarrolla la vida social y comercial?
Hace unos anhos atrás, recorriendo Sudamérica por la carretera panamericana, serpiente que se extiende paralela al mayor monumento de nuestro continente (lo omnipresente cordillera de los andes) llegué a la ciudad de Lima, entrando por el populoso acceso norte de la capital de Perú. Como latinoamericano, acostumbrado a presenciar el gran contraste de pobreza y riqueza en nuestras ciudades, no dejó de sorprenderme aún así, el precario asentamiento humano que se extendía a ambos lados del camino. Cientos de moradas hechas de esteras, cartón y plástico se distribuían ordenadamente, mientras que sus habitantes pululaban ya sea acarreando agua o simplemente haciendo vida social. Esa imagen de pobreza extrema vivida por muchísimas personas me escandalizó y me pregunté de las condiciones de esa sociedad que permitía que parte de su población llegara hasta ese nivel.
Pues bien, el anho pasado volví a Lima, esta vez como parte del equipo de IMR, y lo que ví en esta oportunidad cambió mi opinión hasta entonces sostenida por las imagenes relatadas anteriormente. Sin saberlo, había sido testigo de la primera etapa de un proceso de organización popular que buscaba, a través de la toma de terrenos, soluciones habitacionales (sabiendo además que en el mediano plazo contarían con el apoyo de las autoridades políticas y gubernamentales). Ahora, en este nuevo viaje podía apreciar la evolución de un proceso que se había estado repitiendo durante décadas.
Una táctica que permitiría a miles de familias un título de propiedad, una casa y una vida digna; y al estado, dar solución a una problemática habitacional mal administrada y solo resuelta a través de políticas populistas que otorgaba dos cosas: viviendas y votos.
El proceso es más o menos así: familias que se organizan y realizan una toma, resistiendo al principio los embates e intentos de desalojo por parte de la policía (que tiene que hacer cumplir la ley) hasta que la presión de los medios que muestran el abuso hacia los pobres (mujeres golpeadas, ninhos afectados por lacrimógenas y alguna desgracias personal) obliga al municipio, gobernación y legisladores a entrar en escena, en la búsqueda de soluciones consensuadas. Esto significa expropiación-compra de los terrenos invadidos en favor de la comunidad, eso sí, bajo ciertas condiciones. Ahí comienza la evolución propiamente tal.
Se demarcan y asignan los terrenos (surge también la especulación, el tráfico de tierras, la venta obscena de los metros cuadrados, etc.). Una vez trazadas las propiedades, calles y veredas, comienza la construcción (precaria al inicio). El acuerdo con el gobierno es el siguiente: si quieren calles y aceras pavimentadas deben primero construir la red domiciliaria para que luego entren en escena las empresas de servicios de agua potable/alcantarillado y electricidad. El barrio esta listo, comienza la autoconstrucción: de la choza de estera se pasa a la mediagua de tablas y piso de tierra, luego vendrá el ladrillo y el hormigón. Uno, dos y hasta 6 pisos, dependiendo generalmente del número de hijos que tenga la familia o del uso que se le quiera dar. Si el barrio crece en torno a algún mercado, la mayoría de las casas habilitarán la planta baja como negocio, si no, surgirá el boliche de la esquina y la botillería a media calle.
Casas de madera, calles de tierra y camiones cisternas repartiendo agua potable daran paso a barrios residenciales urbanizados, con jardines, casas hermosamente acabadas, servicios de recolección de basura y barrido de calles. Al mismo tiempo, la economía de la zona se activa: los comerciantes (otrora informales) se agrupan en organizaciones, el transporte público extiende sus rutas, las cadenas de farmacias, multitiendas, bancos y empresas de servicios abren nuevas sucursales y finalmente la senhora Janet sale en las manhanas a hacer compras para el almuerzo y la comida del día.
Como es entonces en una favela? como evoluciona, como se desarrolla la vida social y comercial?
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