viernes, 15 de abril de 2011

Estos días en Manila

En época del tristemente célebre, Ferdinando Marcos, se concibió en Manila una serie de zonas administrativas que eligen a sus representantes vía votación directa de la comunidad. Se trata de algo parecido a la figura del alcalde con sus concejales, pero aquí en Filipinas, entre ambos, existe el cargo de “capitán", aunque nada tiene que ver con el ordenamiento militar. Cada barrio o barangay, posee su propio capitán administrativo y precisamente en la periferia, más bien en un área rural se encuentran los sectores de San Roque en Antipolo City e East Rembo, en Makaty City, lugares que me llevaron a recorrer mis amigos de PLIA (Phillipines Life Insurance Asociation). Y como toda área de extrema pobreza, ricos y pobres conviven codo a codo. Así, San Roque, uno de los lugares más pobres y miserables que he conocido, más pobre incluso que Dharavi, convive con condominios incluso más ricos y sofisticados que los de Campinas en Brasil.

Según la definición de la siempre útil Wikipedia: “Un barangay, también conocido por su antiguo nombre, barrio, es la menor unidad de gobierno local en Filipinas y es el término en cebuano y tagalo equivalente a pueblo, distrito o circunscripción. Los municipios y ciudades filipinos están compuestos de barangayes”, antes denominados "Barrios".

Filipinas ha recibido tres grandes invasiones y dos poderosas colonizaciones, primero los españoles que estuvieron 3 siglos, luego los norteamericanos, que borraron el castellano del habla y luego por un corto tiempo los japoneses, durante la segunda Guerra Mundial, pero esta última no puede denominarse una colonización, porque a parte de los horrores que dejaron tras de sí al retirarse, probablemente el sushi sea lo único japonés que exista en estas Islas.

El catolicismo es la religión oficial y gran parte de las oficinas privadas y públicas poseen altares con vírgenes y cristos similares a las que vi alguna vez en el comedor de la ex Compañía de Seguros la Construcción en Santiago. De modo que ya empieza a prepararse la celebración la próxima semana de la semana santa, fecha en que un grupo no menor de muy religiosos filipinos se auto-martirizarán con cadenas y clavos, tanto cuanto más incluso que las celebraciones de Ashura en el mundo Shi’a iraniano o libanés, llegando al extremo, un grupo de ellos todavía más piadosos, a crucificarse clavándose manos y pies para vivir la pasión…

El tagalo es la lengua más hablada, y se combina permanentemente con palabras en castellano “comuestá”, “uno, dos, tres, cuatro, cinco…”, “semanasanta”, entre muchas otras, y palabras en ingles que es el idioma oficial ahora y que al igual que en India, las clases sociales más pobres a penas entienden.

No niego que Manila ha sido una sorpresa para mí desde el primer día, al conocer toda esa pobreza, pero más que nada porque es una ciudad hermosa, limpia, ordenada y con gente que se destaca por ser muy educada y curiosa y que son producto de una extraña mezcla cultural sud asiática y española, un cruce absolutamente único e inédito, que nunca logró borrase del todo, a pesar de la imposición del inglés y de las bases militares.

La amabilidad del Filipino es famosa, aunque no tanto su comida, heredada de españoles y chinos, que la verdad, no me ha parecido tan espectacular como la India o la Thai… sin embargo, a pesar de todo, los filipinos la comen 6 veces por día (¿o más?), el pre breakfast y el breakfast, el pre-lunch y el lunch, el pre-dinner y el dinner… Lo vi y lo sufrí varias veces, aunque probablemente sea un mito de las clases dominantes, porque en realidad, no me pareció que la gente de Antipolo comiera tanto…
































1 comentario:

  1. Una información completa, clara, fascinante y la verdad que sorprendente en algunos puntos. Las fotografías, maravillosas, me puedo imaginar por ellas, la emoción que sientes por tu trabajo. Un beso muy grande y que Dios Bendiga todo aquello que hacéis por todos aquellos que os necesitan. Un beso muy grande. Claudia M

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